Ya sea en cómics, películas o series, todos hemos visto a un samurái, ya sea de forma burlesca, o una adaptación seria. No obstante, pocas son las veces que hemos visto a un samurái mujer ¡Porque sí! Las hubo, si bien nunca llegaron a ser decisivas para el triunfo de una batalla, Nakano Takeko, de las últimas, es hoy recordada como una de las guerreras más valientes de Japón.

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Antes de poder entender su historia, necesitamos saber el contexto. Los samuráis fueron el máximo honor en la sociedad durante mil años, sin embargo, cumplido ese tiempo, no podían hacerle frente a los barcos de guerra estadounidenses dirigidos por el comodoro Matthew Perry quien bombardeó las costas de Edo para que el Shogun (algo así como un Hokage) firmase un tratado de libre comercio.

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(Comodoro Mattew Perry)

Con la llegada del mundo occidental, una parte de Japón quería que el país fuese abierto con el mundo exterior. Mientras que el resto creía que el Shogun deshonraba las tradiciones ancestrales. Fue ahí donde nació Nakano, en una época de relativa paz donde la élite espadachín decaía. Aún con eso, fue instruida por uno de los mejores: Akaoka Daisuke. Cabe destacar que ella fue una niña prodigio, debido a que con apenas 16 años se dominó la naginata. Porque sí, mientras que los hombres blandían una katana, las mujeres diseñaron ésta otra herramienta más larga, justamente para que el varón no tenga oportunidad.

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Así, los rebeldes iniciaron una guerra contra los hombres del Shogun llamada “Batalla de Aizu”. Los primeros eran quince mil efectivos y presumían rifles que disparaban 15 proyectiles por minuto. Mientras que los samuráis eran a lo mucho 5 mil combatientes que llevaban armas con 200 años de antigüedad que escupían una bala por minuto. Buscando una oportunidad, Takeko enlistó a sus onna bugeisha, (Expertas en artes marciales). Lo que fue mal visto por los hombres debido a que las entusiastas… (Además de ser mujeres) pertenecían a la clase bushi, es decir, sabían pelear, pero estaban involucradas en tareas más domésticas como proteger el hogar y atender a los enfermos. Su intervención en combate era el último recurso… Pero como justo se trataba del fin de una era, les aplicaron la Ley de Herodes.

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(Ella es Nakano Takeko)

El Castillo de Wakamatsu estaba rodeado por las fuerzas imperiales de modo que la unidad femenina debía superar una barrera de soldados para que después cruzasen los varones. Al principio hubo esperanza porque los enemigos dieron la orden de capturarlas vivas (no por clemencia… Sino para violarles después, o venderlas) de modo que las féminas empezaron una ráfaga asesina. Sin embargo, poco después, el fuego se concentró en Takeko. Ya agonizante por un impacto en el pecho, la última samurái no quiso convertirse en un trofeo, por lo que le suplicó a su hermana que le degüellase y así sucedió: Hoy sus restos descansan en el templo de Hōkaiji (actualmente Aizubange, Fukushima).

Tras soportar cañozanos imperiales durante un mes, la princesa Tero decidió rendirse, pues ya no quedaban siquiera alimentos, su última instrucción fue que los sobrevivientes debían limpiar todo. Lo primero que vieron los imperiales fueron 230 cadáveres femeninos, resulta que esas guerreras eligieron el suicidio antes que sucumbir a la prostitución de guerra. Ya adentro, la princesa le hizo ver a los rebeldes cuan sucio dejaron el castillo luego de los primeros segundos. Esa reprimenda fue su última forma de decirles “Somos mejores que ustedes, más civilizados”.

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Sin embargo, toda ésta historia trató de ser borrada del colectivo nipón, pues los vencedores se encargaron de que así pasase. No obstante, un pino de cierta región donde había viviendas se cayó. Una vez que las autoridades fueron a revisar, encontraron una cantidad bárbara de cadáveres femeninos, su primera teoría es que fueron colgadas, o quizá empaladas, sólo tras múltiples investigaciones supieron que una célula de samuráis mujeres. Hoy, señoritas de todo Japón visten los ropajes de aquellos héroes para mantener a Nakano Takeko viva en su memoria.

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